Rocky, Jaime Hernandez
Rocky se aburre mortalmente y ya se sabe: cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. Para escapar del tedio, ella y su cobardica y poco resolutivo robot, Patoso, descienden en barca por el río como Huckleberry Finn, o viajan a los confines del universo a través de un agujero cósmico en el patio trasero de su casa. Por supuesto, no harán otra cosa que meterse en líos, pero para Rocky cada una de estas incursiones en terreno desconocido tiene la dimensión gozosa y alocada del periplo aventurero.