Una mujer, tres hombres y un muchacho en una remota isla del Atlántico. La situación típica para que los acontecimientos se precipiten. Pero Muriel Spark no es “una escritora típica”, y menos del montón, tal como su obra lo demuestra. El genio, la dulzura, la agudeza de sus insinuaciones, la invención de los personajes, ese chispeante burbujeo de champagne que acompaña los libros de la escritora escocesa.
La isla tiene un gran lago entre verde y azulado, túneles misteriosos y un volcán rugiente. En este escenario, January Marlow, la narradora católica, y sus compañeros sobrevivientes de un accidente aéreo quedan al cuidado del enigmático propietario de la isla: Robinson mismo.
¿Y quién es Robinson? ¿Crusoe, Próspero o aquel de la familia suiza? ¿Y quién el autor de algún crimen que se ha cometido? No importa. La isla encantada de Muriel Spark está llena de ruidos, y el estrépito de la risa no le es ajeno.