Esta reflexión continua y obsesiva sobre la imagen parte de un planteamiento: “la imagen no es nada” debido a que al afirmar algo sobre ella, la afirmación contraria también la contiene. Este recorrido es sostenido por enunciados puntuales que se apoyan en el “principio de contradicción” como única forma de acceder a una imagen de la imagen.
Tanto Parménides como San Anselmo o Berkeley y el maestro Eckchart, parten de la imagen para el argumento de sus pensamientos. Sin embargo nunca la definen y lo más grave nunca lo hicieron explicito. En general cuando se ha llegado a definir la imagen se le ha restringido a la representación o en última instancia, a la percepción. En nuestro caso no se aceptan estas aproximaciones mas que por sucesivas negaciones.
Esta reflexión disgregada de la imagen se entreteje con vivencias y opiniones dentro de las artes plásticas, lugar, donde aparece ésta, fuera de toda referencia y argumentación perniciosa.
En estos más de 5000 enunciados, citas y descripciones inconexas se llegan a vislumbrar siete tesis complementarias y hasta contradictorias que suponen el ámbito donde aparece la imagen, ocultándose ante cualquier definición posible.