Los cuentos de hadas no han perdido vigencia: Marina Colasanti nos los trae de vuelta, actualizados, críticos y con toques de humor, en historias que siempre dan un giro inesperado que hará sonreír al lector: la dama del quimono que vive en la superficie plegada de un abanico de papel; el caballo que se alimentaba de monedas de oro; la mujer a quien le sale barba roja para espantar a un prometido que no desea; la búsqueda imposible de la ciudad donde se esconde el tesoro; los hermanos perdidos en una barca en medio del mar; el castillo donde habita el Rey de la Nada; la muñeca que parece una hermosa joven de quien todos se enamoran; la princesa que desde el día de su nacimiento no había abierto los ojos, o el hombre atento que por prestar atención al mundo se ha olvidado de sí mismo, y la luna redonda, llena, rodando sobre la hierba y que termina engullida por una oveja.
Los cuentos de Marina tienen la magia milenaria de todos los cuentos maravillosos, verdades profundas que vienen viajando desde tiempos remotos, y que ella, como una sacerdotisa de la palabra, dotada con este don, nos entrega con su propia voz. Una voz que se rebela ante los designios de la tradición y le entrega a las mujeres la fuerza de la inteligencia, que la tradición les ha negado, o la capacidad visionaria que tuvieron alguna vez en el origen de los tiempos; le devuelve a los hombres la capacidad de amar y la ternura que muchos, en medio de la guerra, han perdido.