El paseo de Buster Keaton («diálogo» e incluso «diálogo tiernísimo» lo llamaría el propio Lorca) fue publicado en Granada en 1928 en el segundo y último número de la revista gallo. En julio de 1925, Federico le escribía a su amigo Melchor Fernández Almagro: (…) Hago unos diálogos extraños, profundísimos de puro superficiales, que acaban todos ellos con una canción. Ya tengo hecho «La doncella, el marinero y el estudiante», «El loco y la loca», «El teniente coronel de la guardia civil», «Diálogo de la bicicleta de Filadelfia» (…) Poesía pura. Desnuda. Creo que tienen gran interés. Son más universales [el subrayado es de Lorca] que el resto de mi obra… (que, entre paréntesis, no la encuentro aceptable).
Eso decía Lorca. ¡Háganle caso! El paseo de Buster Keaton es un texto extraordinario. Más allá de la muerte y el amor, o su imposibilidad, tan breves y por ello intensamente reflejados, esta «obrita minúscula» de Federico es un pequeño tesoro que se puede llevar escondido en los bolsillos.