El pensamiento filosófico de Voltaire no está articulado de modo sistemático. De esta característica generalizable, en cierto modo, a todos los «filósofos» franceses del siglo XVIII resulta que la filosofía volteriana se halla dispersa a lo largo de una vasta obra, en textos propiamente filosóficos, históricos y literarios. Temperamentalmente alejado de toda abstracción, Voltaire se interesó siempre por las formas concretas del pensamiento, pero éstas, sin jerarquización ninguna, tomaron cuerpo según las vicisitudes del momento y de acuerdo con un plan de acción «ilustrado».
Este plan Voltaire lo sintetizó durante años en el lema Ecrasez l’infame («Aplastad al infame»)
expresión de aquello que más tercamente se oponía a la razón: el oscurantismo, la superstición, la intolerancia, la estupidez, la tortura; aberraciones que el autor de las Cartas filosóficas remitió invariablemente a lo largo de su vida a un único origen: la Iglesia, en tanto que institución más representativa del fanatismo organizado.
-Fragmento del prólogo