Quevedo, a través de metáforas exageradas y de un ingenio que no deja lugar a dudas, se burla descarnadamente de su archienemigo Luis de Góngora.
Y así, como la sátira de Quevedo es incisiva, no lo son menos las ilustraciones de Ivar Da Coll, quien utiliza como pretexto este poema para recrear un día en la vida burguesa de un hombre del barroco a través de personajes, paisajes y situaciones lejanas y hasta exóticas para los lectores de hoy en día.