Vine, vi y me vendí – María Natalia Avila Leubro
Vine, vi y me vendí es un libro sin introducción, nudo y desenlace. Podría decirse que todo el libro es un nudo, o varios nudos, en la garganta, en el estómago, nudos que se rompen, nudos de ahorcado y hasta nudos de mentiras.
Se trata de un relato contado a través de publicaciones de Facebook, sobre el hecho de huir, de meterse a sí mismo en una maleta y evadirse por un rato; sobre la posibilidad y la imposibilidad de construir relaciones de solidaridad en la contingencia. Este es un libro misceláneo sobre ángeles exterminadores, consultorios dentales artísticos en medio de un precario sistema de salud, perros calientes que hablan y orinales que no conocen a Duchamp, pero que hablan con propiedad de la “tasa” de cambio cuando del sueldo de inmigrantes ilegales se trata.
En últimas, es un recorrido por lugares accidentados y extraños para pensar la soledad. Para correr, como diría Kugel -personaje literario de Shalom Auslader- correr: “¡Siempre hacia ninguna parte!”.