En Mi Medallo. Una pasión cosida al alma, hay toda una catarata de recuerdos, historias, anécdotas y emociones, vividas durante un siglo por protagonistas dentro y fuera de la cancha, y hasta queda espacio para el drama y la comedia. Relatos de amor y desencuentros en esa “religión”, maniqueísta como todas, que sólo admite dos posiciones: la de los míos y la de los otros.
Desentrañar los misterios de la pasión del fútbol es adentrarse en los rasgos de la sociedad que la vive, y ese es el logro de Guillermo Zuluaga (puntero derecho frustrado, quien se pasó a la raya del periodismo, la literatura y la historia).
En la cabalgata entre el ayer y el hoy, desfilan nombres y gestas inolvidables: “El Charro”, Hugo Gallego, Greco, “Canocho”, “Caimán”, Sarnari, Aguilera, Sotil, “Mao”, Uriel, Gildardo, Corbatta, Pareja, “Pelusa”, Malásquez, Mario Agudelo, Villazán, Bobadilla, Jackson, Amaranto, “Cuca”, Leonel, Olaechea, Ponciano, Libardo. Hay referentes de la tribuna como el infartado Caretorta, Merceditas Arango y “Kid” Chance, ejemplos idos de quienes se consideraban “lágrimas frescas’’ y Deportivo Independiente Medellín Giraldo. Directivos que sacrificaron su patrimonio personal: Alfonso y Javier Arriola del Valle o Gabriel Toro Pérez, mientras otros se fueron con las alforjas llenas, dejando al club en la ruina (no merecen la mención). Goles como “La Malasqueña’’. Títulos que tuvieron la fugacidad de cinco minutos. Escritores como Héctor Abad con sus “delicias de la derrota’’, Gonzalo Medina y su afirmación de que “ser del DIM es un estado de ánimo’’, y el poeta Darío Jaramillo y su “ser del DIM es comprobar que el idealismo todavía existe’’. Todos ellos hacen parte de este compendio cultural sobre el primer centenario del “equipo del pueblo’’ que tiene su asiento en la que hace muchos años denominamos “la tierra más amorosa de América’’.
Leyendo este libro queda la certeza de que a un hincha del fútbol jamás se le puede pedir que renuncie ni a su amor, ni a la esperanza.
Wbeimar Muñoz Ceballos