Espejo de sombra

Algunos relatos de Franz Kafka son ejercicios de lógica que desembocan en el
absurdo. Historias que se dan la mano con paradojas clásicas e imponen la
visión perpleja con que se evalúa nuestra contemporaneidad, una época forjada
a pulso de razón para caer en el sinsentido. De igual modo proceden los
relatos de Roberto Renán. Anécdotas de una cotidianidad laberíntica que se
muerden la cola en La Habana decadente a la que nos tiene acostumbrados la
literatura cubana más reciente. Para salir de la media, Renán se refresca con
un tono juvenil que actualiza su trabajo caracterizado por el cuidadoso manejo
de la atmósfera y del lenguaje. El lector tiene en sus manos dos narraciones
autónomas. Sin embargo, una vez acabada la lectura, se descubrirá un juego de
vinculaciones particulares. Algunos personajes se repiten y otros se
convierten en vagas referencias en la siguiente historia. Mientras los
desenlaces confirman la independencia de cada lado del díptico, mirados en
detalle, sus giros retroalimentan este Espejo de sombra. Como si uno fuera el
reflejo confuso y discordante del otro. Un vidrio donde se destaca, como
coincidencia central, una existencia coherente en sus hechos pero desatinada
en sus consecuencias.