Las preguntas de Maríe Linage proponen una arquitectura específica y oscuramente ordenada. Casi se encadenan unas como respuesta de las otras y, aunque el texto es vertiginoso, como cualquier cuestionario, va abriendo, casi desarrollando, pregunta a pregunta la definición misma de los distintos agentes en el tema amoroso. Los lectores tendrám oportunidad de calorar por sí mismos el reto entreverado que propone la autora, del que nos importará rscatar el hecho de que , a todas luces, el juego de este manuscrito fue elaborado justamente para proponerse irresuelto. Linage lo advierte en su Aviso al lector: hay preguntas que jamás podràn llegar a responderse. ¿Quién y cómo debía, entonces, abordarlo? ¿Dónde pararse para contestarlo?